Resumen de Cristología


Resumen de Cristología

Introducción  sesión 1

En la cultura moderna tenemos una gran proliferación de “imágenes de Cristo”; católicos, bautistas y mormones ofrecen imágenes variadas de Jesucristo, esto también ocurre con los musulmanes y los judíos.

Esta confrontación puede ocurrir aún en el caso de personas educadas en la misma tradición religiosa.

Esto representa un desafío para los agentes de pastoral, quienes deben transmitir la enseñanza de la Iglesia Católica.

Proclamar hoy a Cristo exige una gran variedad de habilidades:

v Llevar a las personas a un conocimiento claro de Jesucristo.

v Ayudar a las personas a mantener una relación personal con el Cristo vivo.

v Hacer de Jesús el ejemplo y la guía de sus vidas.

v Ayudarles a adorar a Dios vivo por medio de Cristo en el Espíritu.

Conocer a Cristo Jesús

El objetivo de la fe es conocer a Cristo Jesús, quien permanece en el centro de la fe cristiana-católica.

Al paso del tiempo la tradición cristiana-católica desarrollo y expandió la creencia básica en Jesucristo en ciertas convicciones claras. El estudio sobre este conjunto de convicciones acerca de Jesús se llama cristología. Por tanto, una cristología plena incluye comprensiones doctrinales, a la vez que acciones de adoración, devoción y oración a Jesús.

La tradición cristiana-católica

Nuestra tradición posee una continuidad que llega hasta Jesús y sus primeros discípulos. Esta tradición cristiana combina la fe, el razonamiento y la historia.

El documento fundamental para la creencia católica en Jesucristo es la Sagrada Escritura. Sin embargo, la fe católica en Jesucristo considera los testimonios bíblicos, tal como se encarnaron en el desarrollo de la vida de la comunidad cristiana, la Iglesia.

La tradición en este sentido describe la vida constante de la comunidad cristiana, guiada por el Espíritu de Dios, que trata de ser fiel a sí misma y al don que le ha sido dado.

La tradición también incluye las formas concretas y especificas como se ha formulado y comunicado la fe de la Iglesia, el magisterio, los concilios ecuménicos, las enseñanzas de los papas, la catequesis en las parroquias, etc.

La Iglesia (comunidad creyente) lee y ora a partir de la S.E. y extrae su significado desde el ámbito de la historia, la adoración creyente y el pensamiento crítico.

Puntos principales de la fe cristiana-católica en Jesucristo

Siete convicciones encierran el corazón de la fe católica en Jesucristo:

1)   La realidad humana e histórica de Jesús de Nazaret: Jesús nació en la cultura judía del primer siglo, en la porción más oriental del Imperio Romano. Vivió, realizo su misión religiosa, y murió en aquel tiempo.

2)   La resurrección de Jesús: Los discípulos creyeron y proclamaron que había sido resucitado a una vida gloriosa por el poder del Dios de Israel y que fue exaltado a la unión victoriosa con Dios.

3)   La Encarnación: La Iglesia llego a confesarlo como la presencia de Dios en la tierra. En Jesús, Dios se hizo uno de nosotros, y en Jesús mismo, se reveló la plenitud del misterio de Dios.

4)   El propósito de la Encarnación es nuestra salvación: Dios busca realizar este propósito a través de Jesucristo, quien es nuestro mediador perfecto.

5)   Jesucristo como la plenitud de la humanidad verdadera: su vida nos sumerge en la plenitud del misterio de nuestra humanidad, “Jesús le revela el hombre al propio hombre”.

6)   La presencia actual de Jesucristo en medio de nosotros: que se realiza sobre todo en los sacramentos y de muchas otras maneras.

7)   Jesucristo como Señor del futuro: Jesucristo dirige la creación hacia su verdadero cumplimiento.

Estas convicciones forman el corazón de una cristología católica completa.

Capítulo 1  sesión 2

El testimonio del Nuevo Testamento

El NT confiesa a Jesucristo como el que inaugura la Iglesia como la nueva comunidad del pueblo de Dios y quien inicia un capítulo nuevo y definitivo en la alianza de Dios con la creación y la humanidad; el momento definitivo de la revelación y del plan de Dios.

Sintetiza también esta convicción fundamental: “Jesucristo no es solamente el mayor de los profetas sino que es el Hijo eterno de Dios, hecho hombre. Él es, por tanto, el acontecimiento último hacia el cual convergen todos los acontecimientos de la historia de la salvación.

Los evangelios dan testimonio de Jesús de tres maneras interrelacionadas:

1)   cada evangelio comienza con una declaración de fe sobre quien es realmente Jesús.

2)   cada evangelio presenta un relato del ministerio y la enseñanza de Jesús, desde su bautismo hasta su muerte en la cruz.

3)   cada evangelio proclama la reivindicación última de Jesús por parte de Dios al resucitarlo de la muerte.

La Encarnación del Verbo, el ministerio y muerte de Jesús de Nazaret, su resurrección, y la convicción siempre presente de que todo esto es “para nuestra salvación”, vienen juntos en una mezcla de fe e historia que los creyentes cristianos describen como el “evento de Cristo”.

Fe e historia

Los evangelios no son considerados como simples relatos históricos objetivos, sino como narraciones complejas de fe que engarzan una gran variedad de expresiones literarias.

Más aún, el texto definitivo de cada uno de los evangelios es el resultado de un proceso de edición que probablemente se prolongó por varias décadas.

Al interpretar un pasaje del evangelio hay que descubrir lo que pertenece a la recolección histórica y lo que es testimonio de fe.

Los “hechos históricos” de la vida de Jesús deben ser vistos en conexión con otras dos afirmaciones igualmente importantes: quien fue realmente Jesús y que fue lo que realizó por nosotros. Los evangelistas preservaron solo aquellos aspectos que se “ajustaban” con esos dos aspectos.

Lo que realmente importó fue su ministerio adulto, su enseñanza y la entrega definitiva de su vida a favor de Dios; estos tres aspectos se relacionan con la creencia de que Él era el Hijo de Dios que vino “por nosotros y por nuestra salvación”.

El “Jesús histórico” debe equilibrarse con las perspectivas de la fe en la tradición viva de la Iglesia.

Cuatro temas forman la estructura de toda cristología: la Encarnación del Verbo; el ministerio y muerte de Jesús; su Resurrección; y la obra salvadora de Cristo.

El análisis de estos temas comienza con la resurrección. Cronológicamente, este evento revelo en primer lugar la total aceptación de Dios y la exaltación de Jesús y su ministerio. Esta convicción de fe incito a los apóstoles a realizar una reflexión más profunda sobre la vida, el ministerio y la muerte de Jesús, a la vez que promovió una reflexión sobre su verdadera identidad.

El misterio de la Resurrección

Para los discípulos, la resurrección y las subsiguientes apariciones de Jesús, inicialmente fueron algo repentino e inesperado. No obstante, en un acto de fe, los discípulos creyeron que Jesús vivía en una forma nueva, transformada y glorificada, resucitado por el poder de Dios y exaltado a la derecha del Padre.

El termino resurrección no solo se refiere a un evento real e histórico sobre Jesús, sino que también describe una serie profunda y compleja de convicciones creyentes.

La resurrección de Jesús da nombre a un acto totalmente nuevo del Dios de Israel. El énfasis en la resurrección deberá ponerse en la acción resucitadora de Dios.

Esta acción resucitadora de Dios se ha convertido en el inicio de una nueva etapa en la historia humana y en la creación. La resurrección afirma que Jesús ahora vive en una nueva forma de existencia enteramente nueva y glorificada. Aquellos que creen en Jesús serán transformados por el mismo poder de Dios Padre, que lo transformo a Él. Quien cree en la resurrección está convencido de que Dios realmente actúa en el mundo, y que lo que ocurrió en la resurrección de Jesús, fue el primer ejemplo.

En síntesis, la resurrección fue y continúa siendo varias cosas a la vez: un acto único de Dios, un evento en la vida de Jesús, y el ejemplo de la experiencia de transformación en el corazón de la fe cristiana.

La divinidad de Jesús  sesión 3

Cuando los seguidores de Jesús investigaron más profundamente las implicaciones de la resurrección, se hizo evidente que Jesús había sido algo más que un ser humano resucitado por Dios; su relación era más próxima a Dios de lo que los discípulos jamás habrían imaginado.

Los comienzos de la búsqueda creyente de la identidad de Jesús pueden vislumbrarse en los mismos escritos del NT, donde podemos vislumbrar las diferentes maneras en que los seguidores de Jesús trataban de creer en él en una vinculación cada vez más estrecha con el mismo misterio de Dios.

Debe recordarse que los cristianos de origen judío estaban intentando decir algo que nunca antes se había dicho en la tradición judía. Al mismo tiempo, otros cristianos de origen grecorromano estaban tratando de formular la misma creencia de una manera que separara claramente la fe cristiana de los tradicionales mitos griegos y romanos.

La primera forma de manifestar la divinidad de Jesús fue otorgándole varios títulos, tales como Hijo de Dios, Verbo encarnado o Señor.

Un título adecuado transmite una indicación sobre la identidad de la persona y sobre la posición que la persona posee en relación con los demás.

Por ejemplo “Hijo de Dios”, se cuenta entre los títulos más significativos que se dan a Jesús a lo largo de todo el NT. Al principio del evangelio de Lucas el ángel anuncia a María, “por eso el que va a nacer será santo y se llamara Hijo de Dios. La noción clave de la filiación de Jesús describe su relación con Dios como totalmente diferente de la de cualquier otro ser humano. Su filiación fluía del mismo núcleo de su ser, una divina relación filial.

Otro título  popular y decisivo que fue dado a Jesús fue el de “Señor”, llamar a Jesús “Señor”, establece una conexión con la divinidad, haciendo que Jesús comparta el dominio de Dios sobre todas las cosas.

El título de “Cristo” fue un título que originalmente se otorgó a Jesús para indicar que él era el “ungido”, que liberaría a Israel de todos los opresores extranjeros, este título rápidamente resultó insuficiente y se convirtió en una parte de su nombre común: Jesucristo.

Una segunda forma como los primeros cristianos expresaron su fe en la divinidad de Jesús resucitado fue asignándole las acciones propias que previamente habían sido atribuidas solamente a Dios. Éstas incluían el conocimiento y la revelación de Dios, la modificación de la ley divina, el perdón de los pecados, la reconciliación del pueblo con Dios, y el ser agente del reino definitivo de Dios.

Además, a Jesús se le atribuyeron posteriormente las antiguas prerrogativas de Dios, asignándole a Jesús resucitado la realización del “día del Señor”. Esta frase significaba la creencia de los antiguos profetas de Israel de que en el futuro vendría un tiempo cuando Dios intervendría decisivamente en el mundo.

Cuando los cristianos llevaron su creencia hacia una confesión cada vez más profunda de la divinidad de Jesús, comenzaron a aparecer dos convicciones relacionadas. Primero, confesar a Jesús como Dios, exigía una ampliación de la noción tradicional del único Dios. De esta idea, la relación entre Jesús y Dios se convirtió en la relación Hijo y Padre (y más tarde el Espíritu) como un único Dios.

La segunda creencia afirma que de una manera muy real Jesucristo fue una nueva revelación de Dios. Cualquiera que haya sido la idea inicial sobre la justicia; la ira o el castigo de Dios, deberá reevaluarse a la luz de lo que conocemos y creemos acerca de Jesús. En su servicio, amor y compasión -en su humanidad total- Jesús nos revela la plenitud del rostro de Dios tal como lo podemos conocer.

Resumen

El NT produce el testimonio primero y principal del misterio de Jesucristo.

Al conocer los evangelios, la cristología católica reconoce la importancia de que se fusione la fe y la historia. La humanidad de Jesús es conocida y estudiada por la historia. Su resurrección, divinidad y obra salvadora son confesadas por la fe.

La resurrección de Jesús hizo que sus discípulos vieran su ministerio terrestre de una forma nueva; su relación con Dios era más cercana que lo que jamás habían imaginado.

La resurrección de Jesús y la lucha de sus discípulos por expresar también esa fe, dio una forma única al mensaje que proclamarían a los demás.

En Jesús, Dios actuó de forma nueva para crear una nueva relación entre Dios y la humanidad.

Capítulo 2   sesión 4

Buscando la historia de la vida de Jesús

La fe cristiana-católica cree en la plena humanidad de Jesucristo: “El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre(GS)”.

Algunas veces tenemos que conocer a Jesucristo igual que lo hicieron sus primeros discípulos y apóstoles: al conocerlo primero como maestro y señor, en seguida como el poder de Dios que obra en él y, finalmente, como el mismo misterio de Dios encarnado.

Los cuatro evangelios son la fuente principal de nuestro conocimiento actual sobre la vida de Jesús. Nuestra primera tarea será conocer qué clase de escritos son los evangelios.

Los evangelios no son “biografías” en el sentido moderno, mas bien, son “buenas noticias”, que presentan la vida y la misión de Jesús para inspirar y alimentar nuestra fe en Él. La lectura de un evangelio implica cierto esfuerzo por separar tres imágenes que son expuestas de forma simultánea: lo que pertenece al ministerio histórico de Jesús, de la proclamación de la resurrección y de lo que se atribuye a su verdadera identidad.

Los evangelios pasaron por varias etapas de desarrollo. Primero, existieron algunas personas que recordaban algunas palabras y hechos de la vida humana de Jesús. En segundo lugar, viene la formulación y desarrollo de estos relatos tal como los recordaban las primeras comunidades cristianas. Estas personas aplicaron dichos relatos a su propia situación y época e incluyeron tales visiones en el relato original de Jesús. Finalmente, un único escritor reunió estas narraciones comunitarias y las acomodó en el texto final del evangelio que conocemos actualmente.

Las narraciones sobre el nacimiento de Jesús afirmaban claramente “quién era Jesús” por medio de comparaciones que habrían sido rápidamente comprensibles para la gente del primer siglo. El punto crucial que hay que recordar es que su principal contribución gira alrededor de la identidad verdadera de Jesús y no tanto en ofrecer un relato sencillo de los acontecimientos de su nacimiento.

Finalmente, la historia de la vida de Jesús solamente podrá identificar bocetos o anécdotas de su vida adulta, pero de ninguna manera ofrecerá un acercamiento completo de la historia de su vida.

Los acontecimientos principales de la vida de Jesús

El conocimiento de la cultura religiosa del judaísmo del primer siglo favorece una comprensión de la historia de la vida de Jesús.

El bautismo

Aunque se tiene poca información sobre la vida de Jesús antes de que fuera bautizado por Juan en el Jordán, este evento sigue siendo uno de los hechos históricos de la tradición cristiana más antigua del que hay mas certeza. Todos los evangelios presentan el Bautismo como el inicio de su ministerio público. Al recibir el bautismo de Juan, aceptó un llamado de Dios para convertirse en el proclamador de un mensaje divino, un predicador itinerante en Israel, que se movía de un pueblo a otro proclamando la renovación espiritual y la purificación de Israel. El no estaba solo en la realización de esta tarea; conocemos por otros documentos de la época que, muchos maestros itinerantes asumían una misión similar.

Las tentaciones

Los relatos de las tentaciones demuestran de manera particular la plena humanidad de Jesús. Se refieren a batallas reales de la voluntad contra los desafíos a la vocación escogida por Jesús, sintetizan algo que Jesús tuvo que enfrentar a lo largo de toda su vida.

Los escritores de los Evangelios presentaron las tentaciones de Jesús en paralelo con las grandes tentaciones del pueblo de Israel. Los relatos de la tentación, tal como ahora los tenemos, se concibieron para mostrar el cumplimiento de la historia de Israel en la vida de Jesús (p.23).

Los relatos de las tentaciones, mas allá de su contenido exacto, afirman la lucha real que Jesús sostuvo para vivir su vocación elegida. Israel sucumbió en el desierto a tales tentaciones, pero Jesús permaneció firme hasta el final.

Proclamando el Reino de Dios

Uno de los temas que dominan la vida humana de Jesús y de su ministerio es su proclamación del Reino de Dios, esta fue una misión central en la vida de Jesús, el cual se convirtió en un maestro poderoso de ese reino. Sus parábolas, milagros y gestos simbólicos apuntan hacia la comprensión y realización del Reino de Dios.

¿Qué significa exactamente la frase “Reino de Dios”? El Reino de Dios se realiza donde y cuando el amor, la justicia, la comunión y la paz de Dios, dominan realmente los pensamientos y las acciones del pueblo.

El término “Reino” no denota primariamente un lugar, sino una acción o un acontecimiento que le sucede a un pueblo. El poder transformador de Dios está presente aquí y ahora. La experiencia de Dios acontece a la gente ordinaria en las circunstancias cotidianas de su vida.

En parábolas   sesión 5

Un aspecto clave del ministerio de Jesús fue su proclamación del reino en parábolas. Las parábolas constituyen un estilo de enseñanza muy común en el mundo judío del primer siglo que usaban frecuentemente para plantear un asunto de cierta manera.

Jesús utiliza un tipo de metáforas que funciona como “narraciones participativas”. En estas metáforas, una inversión repentina de la imagen o del significado inicial (sobresalta) a los oyentes en un nuevo modo de mirar todas las cosas. Al hacer esto, los oyentes quedan expuestos a un “mundo diferente”. Las parábolas como metáforas participativas evocan una realidad nueva que se introduce en las percepciones usuales y ordinarias.

Las parábolas de Jesús comienzan con una experiencia humana común (que todo el mundo supone como verdadera) y enseguida dichos presupuestos saltan por los aires. Se desafía a los oyentes a buscar un modo nuevo de percibir las cosas.

Las parábolas de Jesús sacudieron muchas visiones comúnmente aceptadas por el mundo judío del primer siglo acerca de Dios (p 26).

Su ministerio curativo

Para los escritores de los Evangelios, una de las actividades principales de Jesús fue su ministerio curativo. Jesús sano públicamente de muchas enfermedades y curó en una forma que sus contemporáneos consideraban sobresaliente.

Las curaciones en el ministerio de Jesús anunciaban que la salvación de Dios se extendía a toda persona, incluyendo el cuerpo y el espíritu. Las curaciones requieren la fe de quien es curado o también la fe de la familia o los amigos. En esto Jesús se separo de otros obradores de milagros en la tradición griega o judía.

Las curaciones de los Evangelios transmiten otro aspecto notable de la vida de Jesús: su compasión. Esta compasión mostrada por Jesús manifiesta que la misma compasión de Dios fluía a través de Él a la vida de las personas. Jesús nos muestra que cualquier compasión verdadera refleja el corazón de Dios.

Los discípulos

La tradición evangélica afirma unánimemente que Jesús reunió un grupo de discípulos a su alrededor, esta era una costumbre común de la cultura judía de su tiempo, pero los llamados de Jesús muestran ciertas diferencias características. Los maestros judíos aceptaban a los discípulos que venían a buscarles, sin embargo, Jesús llamaba directa y personalmente a sus discípulos.

Jesús buscó deliberadamente formar un grupo pequeño, que se constituyera en una fuerza que continuara propagando su misión de proclamar el Reino de Dios. Jesús confirmó a sus seguidores en este encargo, al compartir una Ultima Cena con ellos, antes de su muerte.

La pasión y muerte de Jesús

El acontecimiento decisivo y más importante de la historia de la vida de Jesús vino con su pasión y muerte.

Su muerte permanece tan históricamente cierta como cualquier otra cosa que pueda serlo. Sin embargo, son pocos los detalles ocurridos durante las últimas horas que pueden certificarse con mucha veracidad. Todos los relatos de la pasión en los Evangelios han sido formados y constituidos por los intereses teológicos de escritores posteriores.

Podemos detectar lo ocurrido durante los últimos días de Jesús en un esquema genérico.

1)   La reacción cuando ingreso a la ciudad (procesión de las palmas).

2)   Un incidente en el templo provocó una enorme ira entre sus adversarios.

3)   Jesús celebró una comida conmemorativa con sus discípulos (la Última Cena).

4)   Jesús fue traicionado por uno de sus mismos discípulos (Judas).

5)   Lo acontecido durante el juicio continúa siendo extremadamente confuso.

Un acuerdo creciente entre los biblístas asegura que Jesús tuvo conocimiento de su muerte inminente y que mostro una disposición para aceptar su muerte como parte de la realización del Reino de Dios.

Para la teología católica permanece el hecho importante de que Jesús aceptó voluntariamente su muerte como parte de su obediencia a Dios y como consecuencia de su fidelidad al mensaje divino. Para la fe, Jesús murió por la salvación de quienes creyeron en Él. Este acto de entrega personal sintetizó toda su vida y misión.

En síntesis, no poseemos suficiente material para elaborar una biografía completa de Jesús en sentido moderno. Sin embargo existe material suficiente para configurar un retrato de un ser humano con un poderoso mensaje acerca de Dios, de alguien que enseñó, sanó a los enfermos y eligió discípulos para transmitir ese mensaje. Asimismo realizo dicha misión con gran fidelidad, hasta el punto mismo de entregar su vida. Sin embargo, los sucesos posteriores a su muerte vinieron a demostrar a sus discípulos que Jesús era mucho más que un ser humano.

Los acontecimientos de la vida de Jesús como misterio

El conocimiento preciso de la vida, enseñanza y acciones de Jesús es importante mas allá de la perspectiva de la investigación histórica. Hay que descubrir las dos maneras en las cuales los hechos de la vida de Jesús se convierten en misterios: revelan algo sobre Dios y sobre la actitud de Dios hacia nosotros, y a la vez, revelan nuestro camino humano hacia Dios.

Muchos cristianos, como parte de su auténtico compromiso de fe, viven algún aspecto de la vida histórica de Jesús en el mundo contemporáneo. Un estudio cuidadoso de la vida de Jesús deberá tener siempre en cuenta este objetivo último, ayudar al creyente a que profundice en la verdadera imitación de la vida de Jesús.

Resumen

La información básica sobre la vida de Jesús proviene de los cuatro evangelios del NT. Es decisivo conocer qué tipo de documentos son los evangelios y qué tipo de información se desprende de ellos. Algunos de los acontecimientos principales de la vida de Jesús son históricamente fundados: su bautismo, las tentaciones, su proclamación del reino de Dios, su ministerio de sanación, su pasión y su muerte. Al unir la historia de la vida de Jesús al hecho singular y a la afirmación creyente de la resurrección, una subsiguiente fase cristológica los mira como “misterios” de la vida de Cristo. A la vez, nos revelan a Dios y nos muestran el camino para nuestra verdadera humanidad.

Capítulo 3   sesión 6

La cristología y los primeros concilios ecuménicos

Al final del periodo del NT el cristianismo continuó propagándose por todo el Imperio Romano y mas allá, comenzaron a aparecer pequeñas comunidades cristianas. Sin embargo, empezaron a surgir ciertos problemas en medio de estos grupos ampliamente dispersos.

El primer problema fue la falta de comunicación o contacto frecuente, la distancia y el aislamiento hicieron que algunos grupos cristianos desarrollaran expresiones de fe, costumbres de vida y formas de culto, bastante diferenciadas.

El segundo problema tuvo como origen la diversidad de culturas, filosofías y religiones que el cristianismo encontró a su paso. Por ejemplo, los desafíos que suponía encontrarse con cierto tipo de “oponentes” provocaría que un grupo de cristianos desarrollaran y acentuaran un aspecto de su propia vida y de su fe, que otros cristianos probablemente no acentuarían.

El tercer problema ocurría cuando los convertidos a la fe cristiana importaban aspectos de otra religión o filosofía a la práctica cristiana.

Algunos cristianos mantenían fuertes vínculos con sus raíces judías. Creían en Jesús, pero lo entendían dentro de la estructura de la afirmación tradicional judía de un único Dios. Para estos judíos cristianos, Jesús continuó siendo alguien completamente humano, sin concepción virginal y sin ninguna alusión a su divinidad.

En oposición a estos judeocristianos estaba un hombre llamado Marción. Dentro de su perspectiva quedaba excluida cualquier cosa que tuviera raíces judías, especialmente los escritos sagrados de los judíos. Para él, el Dios de la alianza judía era un Dios del castigo, mientras que Jesús proclamaba un Dios diferente del amor. Marción creyó en Jesucristo como Dios encarnado, pero no estaba seguro de que Jesús fuera realmente un hombre verdadero.

Otra facción más era la comunidad cristiana gnóstica. Desde su perspectiva ecléctica, se asemejan a los movimientos de la Nueva Era de la actualidad. La mayoría de los cristianos gnósticos no creían que Jesucristo hubiera realmente muerto en la cruz. Por encima de todo, los gnósticos, reclamaban tener gnosis, un conocimiento secreto que mostraba el camino verdadero a la salvación celestial.   

Cada uno de estos grupos se consideraba a sí mismo como cristiano, verdaderos seguidores de Jesucristo.

Una tradición de la Iglesia Católica

Además, había grupos que se consideraban fieles a la tradición recibida de los apóstoles. Creían en una expresión de fe unida y universal (católica), continuamente transmitida desde los primeros años de la Iglesia. Ellos se llamaron a sí mismos “apostólicos” o “cristianos católicos”. Las diferencias crecientes hicieron que estos cristianos católicos tuvieran conciencia de la necesidad de establecer algunas señales de identificación, una cierta manera de reconocer la fe tradicional transmitida desde los Apóstoles.

Cuatro pilares básicos formaron el soporte de su tradición cristiana:

1)    Los cristianos católicos finalmente lograron un acuerdo sobre un canon.

2)    La formulación de un Credo, un resumen breve que enlista las creencias a las cuales se adhirieron todas las Iglesias cristiano-católicas.

3)    Las acciones sagradas: sacramentos, liturgia, oraciones.

4)    Un liderazgo estable: el colegio de los obispos.

Los obispos se reunían en concilios y reflexionaban en la Biblia, los credos, el culto del pueblo y el pensamiento de los teólogos. Formando así una base común a la cual los cristianos católicos siempre podrían regresar, para lograr la clara fundamentación de la fe que estaban tratando de lograr.

Los concilios ecuménicos

Constantino, el emperador romano, convirtió al cristianismo católico en una religión legal y le comenzó a dispensar gran favor y protección. Los obispos necesitaron una declaración de fe, un objetivo y una práctica clara y unificada.

Al mismo tiempo surge la controversia cristológica de Arrio sobre la identidad de Jesucristo (p.41), por lo que la Iglesia se encuentra dividida. Para resolver la disputa el emperador Constantino convoco un concilio “mundial” este encuentro se convirtió en el primer concilio ecuménico de la Iglesia Católica (Concilio de Nicea).

Para comunicar la decisión sobre la controversia a toda la Iglesia cristiana-católica, los obispos promulgaron una nueva formulación del credo para la iglesia universal. Nosotros todavía recitamos este credo cada domingo en misa.

El concilio ecuménico de Calcedonia logra otra decisión, esta vez en relación a lo humano y divino en Jesucristo (p.43). Los obispos afirmaron que en la unión de la naturaleza humana y la naturaleza divina, no ocurrió ninguna mezcla ni confusión entre ambas. Esto aseguraría que las personas no concluirían diciendo que la naturaleza divina cancelaba o controlaba completamente a la naturaleza humana. Esta fue la base para la hermosa declaración del Concilio Vaticano II: “Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre”.

Dos acercamientos a la cristología   

Los cristianos de los primeros siglos usualmente comenzaban con el misterio de la resurrección de Jesús por obra de Dios Padre. Después de los concilios cristológicos, la enseñanza de las comunidades cristianas condujo a subrayar la centralidad de la Encarnación, el acto por el cual el Hijo de Dios asumió la naturaleza humana en el vientre de la Virgen María. Este estilo de cristología puede apropiadamente llamarse una “teología encarnacionista”. Las doctrinas mariológicas (virginidad perpetua, Inmaculada concepción, asunción a los cielos) fluyen lógica y naturalmente de esta perspectiva encarnacionista.

En nuestro tiempo, muchos teólogos católicos han trabajado para reafirmar la importancia de la resurrección y de la historia de la vida de Jesús como puntos de partida para la cristología. Este acercamiento comienza con la vida y el ministerio de Jesús, continua con la resurrección y en seguida se ocupa de la identidad de Jesucristo y del efecto salvífico de su obra. En ocasiones se le denomina “cristología ascendente” en contraste con una “cristología descendente”, la cual comienza con la segunda persona de la Trinidad y opera “descendiendo” por la encarnación, la vida y el ministerio de Jesús, la Resurrección y así sucesivamente.

Ambos acercamientos son posiciones legitimas en la teología católica, sin embargo, cualquier acercamiento que uno tome, debe integrar también los aspectos principales del otro acercamiento, y no olvidarlos ni negarlos.

Capítulo 4  sesión 7

Creencias cristológicas subsiguientes

En los primeros años después de la muerte y resurrección de Jesús, sus seguidores llegaron a creer que de alguna manera la relación básica entre Dios y toda la creación, había sido afectada favorablemente. Emplearon una amplia variedad de términos para expresar este cambio fundamental: redención, salvación, expiación, justificación y reconciliación.

v La redención implica un cierto tipo de “compra o rescate”, o una “liberación de una atadura”.

v La “salvación” se orienta hacia una condición de salud o de plenitud.

v La “justificación” coloca en un estado de rectitud delante de Dios.

v La “reconciliación” reúne lo que estaba separado.

El elemento central sostiene que en Jesucristo la relación básica entre el misterio de Dios y todo lo que existe, fue cambiada definitivamente para bien.

Al paso de los siglos, los pensadores cristianos trataron de articular más claramente la forma en que ocurrió este cambio. ¿De qué manera precisamente Cristo realizó este “nuevo cambio”?

En el periodo de los Padres de la Iglesia muchos teólogos consideraron la muerte de Cristo como un rescate, una “readquisición o recompra” literal de la humanidad del demonio, en cuyo dominio yacía a partir del pecado original.

Durante el último periodo medieval muchas personas se deslizaron a una visión casi mágica de la salvación, creyendo, por ejemplo, que las personas podrían comprar o asegurar la salvación por medio de la adquisición de indulgencias o la realización de prácticas populares piadosas. Tales nociones contribuyeron a la Reforma protestante (p.54).

Una cuestión de fe relacionada con Jesucristo, continúa siendo el tema de una clarificación constante: la centralidad de la muerte de Jesús en la obra de nuestra salvación. Su genuina disponibilidad para entregar su propia vida a favor de los demás, se transformó en el más grande regalo que su amor humano podría otorgar a la humanidad. En síntesis, esta voluntad deliberada de morir “por nosotros y por nuestra salvación” permanece como la revelación básica del amor de Dios por nosotros.

En épocas más recientes, han surgido nuevas teologías interesadas en el desarrollo de un concepto de la salvación desde la perspectiva de una cristología ascendente que comienza con la vida humana y el ministerio de Jesús.

La teología de la liberación latinoamericana acentúa una imagen de Jesús como el “liberador” de todas las personas, pero especialmente de los pobres y oprimidos.

Otra versión teológica se basa en el hecho de que Jesús nos enseño un nuevo sentido del ser “humano”. El ejemplo de la vida de Jesús muestra que los seres humanos son creados para buscar el amor de Dios en el servicio y el compromiso con los demás, al obrar así, consuman su salvación.

Aún cuando las teologías muestran una variación considerable, algunas características distintivas marcan a aquellas que designamos como cristiano-católicas.

1)   La fe es la respuesta a la revelación, es una realidad compleja que afecta todos los aspectos de la vida.

2)   Una teología cristiano-católica necesariamente incluye una meditación sobre la Escritura.

3)   La teología se construye sobre la vida de la Iglesia; la comunidad es algo esencial a la fe católica.

4)   La teología cristiano-católica valora el pensamiento crítico.

5)   La teología deberá trabajar a favor de un compromiso al servicio del pueblo de Dios.

Algunas preocupaciones modernas

Muchas cristologías modernas continúan desarrollándose que pueden desafiar las creencias tradicionales del cristianismo católico. La Comisión Teológica Internacional nos ofrece ciertas directrices que debemos tomar en cuenta:

1)   Es importante conservar el equilibrio al presentar la humanidad y la divinidad de Jesús.

2)   El vinculo específico entre el Jesús terrestre y el Cristo glorificado.

3)   Percibir las diferencias de lenguaje antiguo y moderno.

4)   El ministerio de Jesús no fue solamente para esta tierra, se extiende más allá de la vida presente.

5)   El efecto del Espíritu Santo en la vida humana de Jesús, que lo guía en su vida y vive con Él en todos los hechos principales de su ministerio.

Capítulo 5  sesión 8

Imágenes de Jesucristo en la espiritualidad católica

Cualquier cristología completa también debe considerar las muchas “imágenes de Jesús”. Una imagen incluye una apariencia de Cristo adecuada a un ambiente circundante y con el cual las personas se relacionan. Estas imágenes nos transmiten la manera como el pueblo comprende su relación básica con Cristo y con los demás.

Al examinar las imágenes de Jesucristo, nos adentramos en el terreno de la espiritualidad, ésta busca una cercanía sensible con Dios y una experiencia real de lo divino que afecte profundamente a la persona concreta. La espiritualidad une toda nuestra personalidad y unicidad histórica, los hechos y la historia que vivimos, así como nuestros ambientes vitales.

Cristología y espiritualidad

El conocimiento de las imágenes de Jesucristo es importante para la evangelización y la catequesis. Una tarea muy importante es ayudar  a las personas a establecer un diálogo entre tres perspectivas: su imagen de Cristo; la doctrina de la Iglesia acerca de Cristo; y lo que se conoce históricamente acerca de Jesús.

En este diálogo pueden señalarse una serie de pasos variados y distintos:

1)   Los ministros de pastoral deberán afirmar la necesidad de una imagen clara de Cristo en la vida de las personas, sin embargo, necesitarán ejercer algún tipo de indulgencia ya que los valores emocionales de las imágenes, solo se modifican con mucha paciencia.

2)   Cada imagen de Cristo deberá juzgarse en relación a la enseñanza doctrinal de la Iglesia, así, se puede ayudar a las personas a que descubran la necesidad de enmendar una imagen particular.

3)   Se deberá ayudar a las personas a relacionar sus imágenes particulares de Jesucristo a un fin concreto en el servicio cristiano.

4)   Se deberá ayudar a las personas a que relacionen sus imágenes de Cristo con sus formas de orar.

Capítulo 6

Cristo continúa con nosotros

Una de las creencias cristológicas más grandes del NT sostiene que la presencia de Jesucristo permanece en medio de sus discípulos. La afirmación más fuerte de esta creencia establece que Cristo está realmente presente en la celebración eucarística. Esta presencia, sin embargo, no constituye la única forma de presencia de Cristo en la Iglesia (p. 82 y 85).

La conciencia de la presencia de Cristo en la Eucaristía ofrece el modelo para una asimilación básica de la presencia sacramental general de Cristo. Por ejemplo, el sacramento de la Reconciliación deberá ser el encuentro con la presencia del Jesús misericordioso, conocido como aquél que perdona a los pecadores. Todos los sacramentos deberán alentar una experiencia múltiple de la presencia de Cristo.

La presencia de Cristo en la oración

La vida de oración de Jesús era algo único y concreto y nos ofrece el fundamento para toda oración cristiana. Jesús oró a la manera de los judíos del primer siglo y fue heredero de una tradición religiosa ricamente saturada de formas diferentes de oración.

En la vida diaria y en el trabajo

El ambiente primario en el cual Jesús habría orado fue el de la rutina diaria de su vida y de su trabajo (p. 90). Los cristianos que desean unirse con Jesús en oración y que desean encontrarle en la oración diaria, deberán usar el ritmo del día como una clave para recordar su conexión básica con Dios; deberán usarla para ser agradecidos, para alabar, para pedir, para estar vigilantes, y para recordar.

En los lugares oficiales de adoración

Jesús habría orado regularmente en la sinagoga y en el templo de Jerusalén, los lugares públicos oficiales de oración para los judíos fieles y piadosos. En estos ambientes las oraciones tenderían a ser más tradicionales y fijas. Jesús habría recitado los salmos de manera regular, y sus pasajes concretos habrían sido parte de su manera regular de dirigirse a Dios. Cuando oramos con ellos, oramos como Jesús oró.

En lo privado de nuestro corazón

En los evangelios Jesús frecuentemente ora a solas. También nos pintan a Jesús orando antes de los momentos y las ocasiones especiales de su vida. Su oración personal reflejaba el sentido de un contacto personal íntimo y profundo con Dios.

En la tentación y el sufrimiento

Un ejemplo final de la oración de Jesús ocurre en el huerto de Getsemaní, una oración unida al temor del sufrimiento y la angustia. En estos momentos la plenitud de la condición humana de Jesús se expresaba claramente por sí misma. Jesús no quería sufrir ni experimentar dolor, y ese deseo se convirtió en parte de su oración: “Padre, si quieres aleja de mí este cáliz de amargura; pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. (p. 96)

Capítulo 7   sesión última

Jesucristo, Señor del futuro

En la segunda mitad del s XX la cristología enfrento un ambiente nuevo y difícil. Un determinado ambiente social ha impulsado y casi forzado a la Iglesia Católica a adoptar una nueva actitud hacia las religiones no cristianas (p.99).

La Iglesia reconoce que la salvación y la revelación están verdaderamente presentes en otras religiones y que los católicos necesitan respetar este reconocimiento. Por tanto, la Iglesia y todos sus maestros deben proclamar a Jesucristo como el salvador del mundo, pero esta proclamación debe hacerse de una manera que respete genuinamente las adquisiciones religiosas de otras religiones y de otros fundadores (p. 101).

Posiciones que deben evitarse

1)   La presunción de que la fe en Jesucristo debe ser profesada  y solo aquellos que “explícitamente” creen en Jesucristo pueden ser salvados.

2)   Profesar a Jesucristo solo como una entre muchas figuras salvíficas iguales.

Los católicos deben predicar a Jesucristo como salvador del mundo y de todos los pueblos. Sin embargo y al mismo tiempo, deberán reconocer los elementos positivos de salvación y revelación en otras religiones, a la vez que el significado de sus grandes figuras religiosas.

Jesucristo, Señor del futuro

Los primeros cristianos creían que Jesús resucitado regresaría pronto en la plenitud de su gloria. Finalmente esta convicción entraría en el Credo como un dogma básico de la fe cristiana.

Uno de los aspectos más importantes de esta futura venida será el de la función de Jesús como juez del tiempo, de la historia y de los seres humanos (p.106).

Para el presente, el desafío para los cristianos católicos es respetar y apreciar otras tradiciones religiosas, aún cuando continuemos afirmando nuestra propia convicción de que Jesucristo es el salvador definitivo de toda la creación y la humanidad y el objetivo hacia el cual nos dirigimos.